La violencia estalla, ya sea en la forma colectiva de la guerra con la participación de dos o más gobiernos, o en el interior de la familia o en las calles. El daño visible, tanto material como somático, se acumula y es deplorado por los involucrados y por las personas ajenas al conflicto. La violencia directa, física y/o verbal se hace visible a través del comportamiento. Pero la acción humana no surge de la nada: tiene sus raíces. Dos de ellas son indicativas: la cultura de la violencia (heroica, patriótica, patriarcal, etc.) y la estructura violenta en sí misma por ser demasiado represiva, explotadora o alienante; demasiado estricta o permisiva para la comodidad del pueblo.
Es necesario rechazar el malentendido popular que asegura que «la violencia es propia de la naturaleza humana».
El potencial para la violencia, así como para el amor, son propios de la naturaleza humana; pero las circunstancias condicionan la realización de dicho potencial.
Las grandes variantes de la violencia pueden explicarse fácilmente en función de la cultura y estructura: violencia cultural y estructural causan violencia directa. La violencia estructural es entendida como la violencia indirecta, originada por la injusticia y la desigualdad como consecuencia de la propia estructura social, ya sea dentro de la propia sociedad o entre el conjunto de las sociedades (alianzas, relaciones entre Estados, etc.).
Violencia cultural denota aspectos de la cultura, materializados por medio de la religión y la ideología, el lenguaje y el arte, y las ciencias en sus diferentes manifestaciones, que justifican o legitiman la violencia directa o la estructural.
Este tipo de cultura hace que los otros tipos de violencia parezcan correctos o al menos no equivocados. Pero el triángulo de la violencia tiene sus propios ciclos viciosos. Los efectos visibles de la violencia directa son conocidos: los muertos, los heridos, los
desplazados, los daños materiales; todo ello afectando cada vez más a los civiles. Pero es posible que los efectos invisibles sean aún más viciosos: la violencia directa refuerza la violencia estructural y cultural. En especial, el odio y la adicción a la venganza a causa del trauma sufrido por parte de los perdedores, así como la sed de más victorias y gloria por parte de los vencedores.
Referencia bibliográfica: Johan Galtung. La violencia, guerra y su impacto. Sobre los efectos visibles
e invisibles de la violencia. polylog. Foro para filosofía intercultural 5 (2004).
Online: http://them.polylog.org/5/fgj-es. htm ISSN 1616-2943© 2004 Autor &
polylog e.V.
Tomado de: Material didáctico de la Unidad Curricular “Historia de la Seguridad” del
Programa Nacional de Formación Policial y adaptado para fines pedagógicos de este
material.
Comentarios
Publicar un comentario